Hace 30 años fui arrancada del útero materno y lanzada a un mundo hostil.

Desde ese momento hasta el día de hoy han pasado muchas cosas. Cosas buenas. Cosas malas. Cosas muy malas. Resacas como mundos. Plastilina. Un carnet de conducir. Compañeras de colegio bullys. Aprender a hacer lentejas en la olla express. Ver a un niño cazar una paloma. Licenciarme (eso no sé si es bueno o malo). «Comprar» a Supernovio por catálogo (eso sí es bueno). Venirme a vivir a provincias. Tener migrañas y blefaorespasmos. Opositar con poco éxito. Ser bibliotecaria becaria precaria. Conocer gente. Pasar mucho de gente que conozco porque es el trato que recibo por su parte y «meh». Conocer a otra gente que mola más. Enfadarme. Llorar. Reirme hasta tener agujetas. Escuchar canciones de rojos y ser más roja que la Pasionaria.  Minecraft y calceta. Mártires y suicidas. Incendios en habitaciones de motel. Cuadernos de escribir borracha. Doctor Who. Frasier. Galletas de chocolate. Ponerle motes a la gente. Stalkear. Ser un poco feminazi. Ser un poco ama de casa. Comprar una cobaya, y después otra, y ver partir hacia el Valhala de las cobayas a la segunda, y estar a punto de despedir a la primera.

De esto último, de lo finito de la vida, cada día soy más consciente, y de esto quiero hablar, porque concurren dos circunstancias, o tres, que se prestan a ello.

Para empezar, hoy cumplo 30 años. El otro día, mientras meaba (yo meo y reflexiono), comprendí que ahora estoy, con suerte, en mi punto álgido de “estabilidad física”, y que en nada y menos, empezará el deterioro. A mejor no voy a ir. Y eso con suerte. Porque caben millones de posibilidades innombrables. Me quedan siendo optimistas dos veces el tiempo que he vivido, siendo “realistas pero agoreros” otro tanto de lo transcurrido. Siendo pesismistas, directamente me metería en la cama a dejarme devorar por las pelusas. También, y esto es motivo de tranquilidad, solo me quedan unos 20 años más de menstruaciones, que es un tema que conviene ser tenido en cuenta.

Eso es lo que respecta a los límites temporales del yo.

Para seguir, Uzi se está muriendo. Es viejita. Ha vivido bien, ha sido feliz, ha estado enfadada mucho rato (sobre todo cuando vivía con Dos), luego ha vuelto a ser muy feliz estos últimos años y ha comido pimiento hasta hartarse. La hemos cuidado, primero yo y luego los abuelos, muchísimo y muy bien. Pero la edad no perdona. Hoy también es su cumpleaños. Porque los seres vivos a los que quieres tienen esa fea costumbre de cumplir años. E ir “gastándose”.

Eso en lo que respecta a los límites temporales ajenos.

Teniendo en cuenta todo esto, yo os pregunto, personas que me leéis ¿cómo vivís siendo conscientes de esto? Lo planteo hoy porque me atormenta desde hace tiempo, y nada mejor que un cumpleaños para abrir el melón de “cómo vivir sabiendo que no lo harás para siempre”. No lo digo con angustia, ni con preocupación, sino con una serena curiosidad de saber cómo hay que enfrentarse a esa única verdad universal.

Otros años, en estos mismos “repasos de cumpleaños” me dedicaba a enumerar cosas que había hecho (este año también, es tradicional), y cosas que quería hacer. Creo que lo que quiero hacer puede resumirse en vivir. Simplemente. Luego están los matices y las implicaciones del vivir, pero eso son cositas sin mucha importancia, si las vemos en conjunto.

Tengo 30 años y me planeo los grandes misterios de la vida. Supongo que me asaltan estas dudas porque no tengo tarta. Va a ser eso, que en realidad, lo único que quiero es tarta.

capybirthday

¿Quién ha dicho que un ratio de publicación de un post al año sea una cosa mala? Además, que este es mi blog y me lo f**** como quiero, amos hombre.

Como cada año, en estas fechas tan señaladas, me llena de orgullo y satisfacción colarme en sus casa y robarles las sobras de anoche… ay, no, eso no… cómo era… ah, si, colarme en sus lectores de rss y ponerles al día, que lo están deseando.
El año pasado nos quedábamos en que yo cumplía 28 y me acercaba peligrosamente a los 30. Pues este año que cumplo 29, ya huelo los 30 como si en nada y menos me los tuviera que comer con patatas. ¿Y me importa? Pues mira, no. Ni lo más mínimo. Con la edad y el control hormonal he aprendido a discernir qué importa y qué no importa, y oye, que me va bien así. Es más, cada vez menos cosas me parecen importantes.

También felicitábamos el cumpleaños a mis dos cobayas. Bueno, pues… a ver, cómo decirlo… Digamos que Dos se ha subido a un árbol… y en ese árbol ha cogido neumonía… y en diciembre se fue al Valhala de las cobayas a retozar feliz. Se la echa de menos, era… muy buena persona.

La que sigue dando guerra en casa de los abuelos es Uzi. No le sentó nada mal el deceso de su compañera. Es más, parece que le sentó de maravilla, desde entonces tiene mejor pelo y está más animada y juguetona. Creo que nunca se llevaron bien, y que verse sola fue para mi Uzicos una liberación. El reino animal está lleno de insondables misterios, y a sus 5 añazos, mi cobaya culigorda tricolor está en la flor de la vida y mantiene una relación de amor-odio y mordisquitos con su “abuelo”, que es mi padre.

Durante este año he sido bibliotecaria peligrosamente. Ser bibliotecaria peligrosamente es lo mejor que me ha pasado nunca, y espero por fin ponerme a estudiar como una perra de Kentucky, sacarme la oposición y ser bibliotecaria peligrosamente for ever and ever until the end of my days o hasta que los hijos de la moucha* del PP eliminen las bibliotecas porque no dan beneficios y yo coja un lanzallamas homemade (con fundita de ganchillo y todo) y salga a la calle a matar gente indiscriminadamente y acabe acribillada a balazos por un francotirador apostado en una azotea. Moraleja de todo esto: No voteis al PP, que son gente mala.

Retomando, he sido bibliotecaria (y becaria precaria, pero como mis compis de trabajo nos trataban como a personas, lo becario y lo precario se nos olvidó enseguida), y he aprendido muchas cosas, a saber: el usuario nunca tiene la razón, pero está bien fingir y dársela como a los locos; siempre llega alguien, cuyo nombre no mencionaré en este santo espacio, 2 minutos antes del cierre a pedir el santo grial, pero no el santo grial normal, el santo grial con pegatinas de Hello Kitty, y le tienes que sonreír mucho y buscárselo y prestárselo y no introducírselo por osmosis en el organismo a base de pegarle con él; que si sonríes te sonríen y se crea un clima de buen rollo y entendimiento con las señoras de 70 años que leen 50 sombras de Grey la mar de saludable; los yonkis son personas entrañables, sobre todo los que se sacan el ojo de cristal delante de ti para darle una limpieza; los depósitos de las bibliotecas son sitios llenos de tesoros donde acabas llena de mugre hasta las patas pero te lo pasas de maravilla pegando grititos de emoción cada vez que localizas algo terriblemente guay como un libro de la buena ama de casa de los 40 o algo así; la sala infantil es un lienzo en blanco que a la mínima puede acabar lleno de peces de colores colgando del techo porque llega el verano, y también puede acabar lleno de mini-jíbaros a los que sus progenitores desatienden por quedarse de charleta, y entonces toca remangarse, poner orden, y amenazar con llamar a seguridad, porque a una la toman por el pito del sereno, oiga.

Vamos, que me lo he pasado pipa y lo voy a echar de menos.

Y ahora me vuelvo a Pontevedra, porque como ya dije entonces, y puedo confirmar ahora, Vigo es el horror. Esas cuestas, ese tráfico, ese “tengo que ir del punto A al punto B y para ello tengo que coger tres líneas de buses, hacer 40 transbordos y contratar un sherpa nepalí”… Eso a mí no me gusta. Yo quiero vivir en un sitio donde pueda salir de fiesta y ponerme como un piojo y poder arrastrarme a casa, porque mi casa está cuatro calles, yo quiero vivir en un sitio donde pueda ir a todas las tiendas de los chinos en una tarde, y comprar en todas un ovillo de lana de pésima calidad, yo quiero vivir en un sitio donde para ir a la escuela de idiomas no me tenga que levantar antes del alba y alquilar una diligencia. Y ese sitio es Pontevedra. Además en Pontevedra los niños son listos y cazan palomas.

¿Y ahora qué? Además del cambio de residencia, ¿qué me depara el futuro? Pues veamos:

1, estudiar mucho. Tengo que estudiar mucho de dios y aprobar las oposiciones, y hacer cursos y tener puntos y acabar teniendo un puestín.

2, en el tiempo que me deje el estudio, que espero que sea poco, porque significará que estoy estudiando mucho, seguir tejiendo: tengo en mente unas cuantas cosas, como una bolsa para las cámaras de fotos, más calcetines, y quizás algún jersey para mí.

3, en lo demás, seguir como hasta ahora. Este año no hay buenos propósitos sociales ni nada parecido. Yo ya soy suficientemente sociable, y estupenda de la vida, y quien no lo vea así… pues que se la ondule con la permané.

Y ya. La vida es muy puta y nos demuestra cuando menos lo esperamos que hacer planes es estúpido, así que los propósitos generales de buena voluntad son más que suficientes.

Mañana tendré 29. Y tendré que hacer que molen.

*También he hecho como que aprendía un poco de gallego este año, y he incorporado a mi vocabulario locuciones indígenas, arrecarallo!

Como reza el infame título de este post que dudo mucho que lean más de 4 gatos (el público general que pudo tener alguna vez este blog seguramente ya lo ha dado por muerto hace bastante), este arrebato obedece a una «tradición». Cada año, desde hace unos cuantos, no voy a mirar cuantos porque no me da la gana, servidora de ustedes se escribe un post para felicitarse a si misma, y recordar a los despistados que pueden felicitarla, que está de cumpleaños. Esta que les escribe suele poner la excusa de que es el cumpleaños de Uzi, porque a Uzi se la regaló a si misma el día de su cumpleaños. Pero bueno, este año no voy a poner esa excusa: las cobayas no celebran el cumpleaños. Es más, el de Dos, la otra cobaya, fue el 1 de septiembre, nadie se acordó del tema, y no ha pasado nada. Ambas dos ratonas siguen viviendo felices en Asturias, con sus abus que las malcrían mucho, las dejan correr por el jardín, comer hasta hartarse y hasta les han hecho una cosecha especial de heno para ellas solitas. Vamos, están como quieren y mejor.

Pero el post del cumpleaños es una tradición: hay que hacerlo. Si o si. Así que voy a aprovecharlo para explicar alguna cosa. Por ejemplo, que estoy trabajando. Es más, ayer, día 22, víspera cumpleañera, pudo vérseme prestando libros como una condenada en la Biblioteca Central de Vigo. Soy becaria precaria, pero estoy contenta. Contenta y acojonada (tengo pesadillas recurrentes de llegar al tajo y que nos digan que no pintamos nada allí porque no hay dinero para pagarnos… y esa es una pesadilla con muchos visos de convertirse en realidad en estos tiempos que corren).

Estas son las cosas del presente y del futuro, al menos de los 8 próximos meses. La biblioteca y vivir en Vigo.

Vigo es una ciudad infame. Demasiado grande, demasiado llena de cuestas, con pocos chinos (restaurantes y bazares) para mi gusto… Pero bueno, me voy acostumbrando poco a poco. Hay yonkis a patadas, peleas en las avenidas principales, un tráfico horroroso, la posibilidad de ser apuñalada en el portal… Pero también tengo curro. Y un curro que me gusta. Y eso mola.

Lo de la crisis de los 30 del título es para meter con calzador este video de unos argentinos que molan mucho y hablan del tema. Que yo sólo cumplo 28, pero el 3 se aproxima peligrosamente. Por suerte, tengo la cabeza más o menos sentada (aunque sigue estando como una espuerta de grillos, pero no me parece a mí que eso vaya a mejorar con la edad), estoy feliz como una perdiz y ya no tengo agonías sin motivo, viva y bravo. Pues eso, el video de Cualca:

Eso sí, cada vez echo de menos a más gente, pero eso es ley de vida. Sin embargo, reconozco que podría ser un poquito más «social», quizás este año pulamos eso, y no haga como este, que, por ejemplo, he pasado sistemáticamente de felicitar el cumpleaños a la gente del facebook. Pero bueno, eso es porque me parece un paripé ridículo, eso de felicitar a alguien que no te ha hablado nunca… mira, otra cosa para pulir: entablar conversaciones en vez de esperar a que me hablen… O no. No sé. Eso ya lo decidiré sobre la marcha. O nunca. Whatever… Agonías sin motivo ya no tengo, pero se ve que comeduras de tarro sin motivo tengo muchas y variadas 😛

Y bueno, de las cobayas ya hablé antes, así que todos los puntos del título han sido tocados, que luego no me quiero enfrentar a demandas por publicidad engañosa. Así que creo que esto es todo por ahora. El blog quizás vuelva, o quizás no… tengo en mente tejer un jersey, así que si lo acabo a lo mejor subo fotos. O a lo mejor no, eso según me de.

De bonus track, una canción de Tim Minchin, que va reunirse con la familia por Navidad, pero yo creo que vale para cualquier ocasión especial (también pone a parir a la iglesia, y eso siempre es un punto positivo). El tema es que a mí me gusta, y a partes iguales me da «morriña» de no poder estar hoy con toda mi familia, aunque estoy acogida en casa de Supernovio, y también son familia ya, y mola mucho.

Espero que nos leamos el año que viene (e incluso antes) 🙂

Hace unos meses, antes del 20N, discutía en facebook con otras dos personas a cerca de esta noticia:

http://www.publico.es/espana/407751/galicia-bloquea-a-los-parados-de-mas-de-un-ano-la-tarjeta-sanitaria.

El debate acabó derivando en que si estaba bien o no quitarles también la asistencia sanitaria gratuita a los inmigrantes y a otros colectivos. A estas dos personas, creo recordar, les parecía estupendo que así fuera. Intenté explicarles que si empezaban quitando ese derecho a unos, acabarían por quitárnoslo cada vez a más, hasta que la sanidad dejase de ser un servicio público universal y gratuito.

Estos últimos días  he podido comprobar que el tiempo me ha dado la razón, muy a pesar mío.

http://www.20minutos.es/noticia/1396157/0/cobertura/beneficiario/mayores-26/

Y ahora soy yo, que estoy preparando oposiciones y no tengo trabajo, quien se queda sin asistencia sanitaria por ser mayor de 26 años.

Desde aquí quiero agradecer encarecidamente a todas y cada una de las personas que me lean y hayan votado al PP en las pasadas elecciones, el hecho de que quizás yo el año que viene no pueda ir a hacerme las analíticas de control para mi intolerancia al gluten, porque también me hayan recortado ese derecho y no pueda permitirme pagarlo en la sanidad privada.

Me gustaría muchísimo agradecérselo cara a cara a todas y cada una de esas personas, pero seguramente ahora, la vergüenza, si es que les queda, les hará disimular y decir que no, que votaron a otra cosa…

Me gustaría también preguntarles si están en mi misma situación, y qué sienten ahora al ver qué está haciendo el gobierno que han legitimados SUS votos. Les preguntaría si ahora no entienden un poco más mi postura de hace unos meses, cuando me parecía tan terrible hacer la concesión del derecho a la asistencia sanitaria de los inmigrantes en favor de un supuesto bien común. Quizás ellos no se pararon a pensar que estos políticos liberales nuestros son mucho de pedir la mano y coger el brazo.

Seguramente al votante medio del PP, al que se queda tranquililito y conforme mientras no le toquen directamente lo suyo, eso de entregar la mano ajena les parecía buen tributo, mientras no fuera la propia… Ahora el brazo que cogen es el de todos.

Cuando también nos cojan la cabeza y nos la pisen, volveré a dales las gracias.

 

 

 

 

[Edito: Se me había olvidado ponerle título al post, pero ya lo he puesto, yo no me ando con recortes]

Tengo esto tan abandonado que el otro día lo abrí y vi pasar un matojo rodador de esos de las pelis del oeste, pero claro, este es mi blog, y tengo edad para tenerlo como a mí me de la gana, vamoshombreya… 

Pero una cosa es ser una desastrada y otra muy distinta no hacer caso a las madres cuando mandan algo. Aunque no se haga caso a la primera. Y aunque la madre que manda no sea la propia, sino la madre de un gremlin que no come y una tamagochi que debería salir más en el blog (guiño guiño, codazo codazo).

Como no estoy muy segura de quién me va a leer, y de si conocen ya mis vicios más ocultos, haré un breve resumen/confesión/declaración del impuesto de la renta de las personas físicas: me gusta tejer. Como a un tonto una cera Manley color rosa.

He hecho amigurumis, he hecho ponchos, he hecho mantitas, he hecho bufandas… con ganchillo, con dos agujas, con aguja circular, incluso he aprendido a tejer sólo con los dedos… Además me gusta probar cosas nuevas, aprender nuevas técnicas, superarme y dejar patidifusos a los que un día me ven recitando improperios que  parecen invocaciones satánicas ante un ovillo de lana tan enredado como  el pelo de Tim Minchin en un día de viento, y al siguiente se sorprenden cuando les muestro que mis manos sin pulgares oponibles han fabricado chales como de abuela, bolsos, y hasta fundas para gadgets. Soy la leche!

En mi afán por aprender más y más, inspirada por maestra jedi peruana de las labores, un día se me metió entre ceja y ceja que quería aprender a tejer con telar circular. Una cosa terrible, de no comer bien, no dormir por la noche, sudores fríos, ausencia del periodo…bueno, vale, estoy exagerando. Fue una emperradura estándar.

Problema: no tenía telar circular. Solución 1 (preguntar en todas las mercerías y ser tomada por loca, porque en provincias estamos atrasadísimos), fallida. Solución 2 (fabricar un telar con mis propias manos y un tablero de aglomerado), abortada por falta de material y herramientas. Solución 3 (internet), un éxito. En pocos días tenía 4 telarines para dar rienda suelta a mis más bajos instintos tejedores.

Lo primero fue hacer un gorro para Padre, porque los papases se lo merecen todo y más, pero no tengo ojo para las tallas y … bueno, digamos que a mi primo el pequeño le queda escuetito…Gorro #fail.

Pero no me desanimé. Eso sí, tampoco he vuelto a hacer gorros. Me pasé a calentar la parte del cuerpo diametralmente opuesta: los pies. Además los hago talla única, para no liarme, y rectos (no he encontrado un tutorial aceptable donde me explique como tejer los talones), y son tremendamente calentitos, indispensables para personas que como yo, son incapaces de dormir con los pies fríos.

Y en esto he estado útimamente, tejiendo calcetines en un telar circular, como una niña china a la que sus padres han abandonado en un orfanato que a su vez la ha vendido a un señor muy malo que explota niñas chinas para hacer calcetines.

Bueno, en esto, y en estudiar como una loca, y en vivir por encima de mis posibilidades haciendo DOS comidas al día… como se entere Rajoy, me recorta.

Por todo esto, desde aquí animo a las masas (imagínenme como Evita  Perón en el balcón de la Casa Rosada hablando al el pueblo enfervorecido…) a que agarren el útil de tejido que tengan más a mano (la mano misma sirve), se compren un ovillo de 0’60 en los chinos de la esquina, y que empiecen cuanto antes a tejer… y que la crisis del capitalismo nos coja con los pies calentitos.

 

[Algún día, cuando la cámara de fotos decida dejar de hundirme en la miseria, habrá documentos gráficos. Hasta entonces, tengan fe]

En el CERN no hacen más que darme disgustos. Estos chicos… es que van como atolondrados por la vida, y luego pasa lo que pasa…

Primero el ingeniero X y su manía de dejar curruscos de pan tirados por ahí  . Por suerte, desde entonces su madre sólo le mete en la fiambrera «petisuis» y medias noches de jamón y queso, y de eso no deja ni las migas, criaturica.

Y ahora esto. Que primero «los neutrinos van más rápidos que la luz, que sí, que sí, que te lo juro, que el neutrino siempre llega primero, que el neutrino no es como Fernando Alonso, que cuanto más cobra, menos gana. El neutrino es el eyaculador precoz de las partículas…»  Y lo juraban por las mediasnoches de jamón y queso de sus madres.

Claro, el panorama científico internacional, patas arriba. Que si el neutrino le gana a Flash en una carrera; que si es imposible que le gane a Flash, a lo mejor a Superman si, pero a Flash no; que si eso no me lo dices en la calle; que si eso en la calle no te lo digo porque estamos a chorrocientos metros bajo los Alpes, y entre que salimos a la calle y no se nos pasa el cabreo, así que mejor te pego aquí dos hostias que te acelero las partículas de la cara…

Mientras tanto, el becario del CERN, al que llamaremos B, va de un lado para otro, llevando cafés sólos, cortados, con una nubecita de leche tibia ni templada ni fría ni caliente, tibia, y dos y media de azúcar, la media ni escueta ni abundante… Lo tienen puteado a más no poder. Suele irse a llorar a un rincón y a lamentar su mala cabeza cuando decidió dedicarse a la ciencia en vez de hacerse tornero fresador, que ahora estaría ganando una pasta.

Y fue en el rincón de llorar, donde el becario B se dio cuenta de algo: el cable estaba desenchufado!

Claro, así no salían las cuentas… Loco de contento, esperando una oportunidad de ascender, se lo dijo a su supervisor, el ingeniero Y, que le dio una plamadita en la espalda y luego lo ninguneó vilmente para llevarse él todo el mérito. Qué cabronazo.

Desilusionado, el Becario se ha vuelto a su pueblo, y ahora trabaja ayudando a su padre a alicatar. Cobra más, y su madre le hace unas lentejas de muerte.

 

Ay, si supiérais lo que he hecho, os tendría a todos en la puerta de casa, maullando como gamusinos en celo (el gamusino, durante el celo, maulla que da gusto).

Esta receta la conocí gracias a cierto juego que me quitaba horas y me bajaba muchísimo la barra de vida social (antes del Minecraft, que directamente ha cogido la barra de vida social, la ha partido al medio contra una rodilla, y la ha tirado al suelo ante mis pies), el Restaurant City. Era uno de esos jueguecitos de facebook, que consistia en acaparar ingredientes, hacer rectetas, montar un restaruante… bueno, os haceis una idea. Seguramente en algún momento os envié invitaciosnes para que me mandarais cebollas y sal… desde aquí mis más sinceras disculpas.

Luego tuve curiosidad, y busqué en la fuente más fiable para recetas angloparlantes: la BBC. Me fío mucho de la BBC, porque me pone las recetas tanto en sistema métrico como en el sistema ese de mierda que tienen ellos de onzas y libras… ay, qué raritos son… Aquí está la receta:

http://www.bbc.co.uk/food/recipes/rockyroadcrunchbars_87104

Bueno, aquí lo llaman crunch bars, yo le llamo cake, cuando arreglemos lo de Gibraltar, ya entraremos a dirimir estos conflictos de nomenclatura.

Hay muchas más recetas, que incluyen Maltesers, frutos secos, pasas, Oreos o Chips’Ahoys, dedos incorruptos de mártires paleocristianos… Yo como siempre he apañado la receta a mi estilo: pasándome por el arco del triunfo las medidas, ignorando los ingredientes raros que no se encuentran en el colmado de la esquina y añadiéndole el extra de amor que no mencionan en casi ninguna receta.

Necesitareis:

dos tabletas de chocolate de fundir.

6-8 galletas tipo María

6-8 galletas tipo Digestive

Mini-nubes, o nubes normales cortadas en trozos del tamaño de una mininube… pues un puñao de eso.

Mantequilla.

Amor.

Una bandeja untada con mantequilla.

Ponéis la primera tableta, cortada en trozos a fundir en el microondas. Aquí no tenemos miedo a las ondas asesinas y esas magufadas, y por eso le damos duro al microondas. MICROONDAS POWA!

Cuando esté fundida añadís un cacho de mantequilla, no muy grande, no muy pequeño. Así a ojo… si la mantequilla viene en una barra, pues cortáis una loncha del grosor de un dedo de una persona normal (si tienes las manos como manojos de morcillas pídele ayuda a un adulto con manos más normalitas que las tuyas, anda…) y removéis.

Mientras se funde el chocolate, metéis las galletas en una bolsa de las de congelar, que tienen cierre hermético, y las miráis con odio, intentando ver representados en cada una de ellas, a algún ministro de la ejecutiva de Rajoy. Armados con el rodillo de cocina, el de hacer empanadas y tal, descargáis vuestra furia contenida contra las galletas-ministros. Dadle duro a la galleta Wert de mi parte. Tienen que quedar desmigajadas, pero con algún tropezón gordo. No hay que cebarse demasiado.

La primera tableta de chocolate ya estará fundida, así que se vierte en una fuente, bandeja, recipiente plano… Yo he usado una bandeja de esas de aluminio de usar y tirar. A continuación, al azar, se esparce sobre el chocolate las minubes y los trozos de galleta.

Se repite el mismo proceso con la segunda tableta de chocolate: fundir con mantequilla, remover, y verter en la bandeja sobre lo anterior. Alisáis la superficie con una espátula, o con el dedo, todo depende de la profesionalidad o de lo limpias que tengáis las manos.

Dejáis enfiar el asunto, primero fuera de la nevera, luego dentro, mejor toda la noche.

Luego eso se desmolda y se corta en trozos y listo para degustar.

Está bien para cuando tenéis galletas que se están quedando blandurrias, o es verano y no os da la gana de encender el horno, o tenéis una necesidad imperiosa de embutiros chocolate en el cuerpo como si mañana no fuera a llegar jamás.

Dificultad: alumnos de la LOGSE. Calorías: un dolor. Resultado: mmmmmmmu rico.

Edito: He añadido enlaces ilustrativos, porque no todos sois politoxicomanos del Minecraft, y seguramente esta triste historia os suene a chino mandarín. Los enlaces están en inglés, pero sé que sois listos y habéis hecho un curso de CCC, así que no habrá fallo. 

Esta es la terrible, dolorosa y cuadriculada carta que Steve, un «singleplayer» mediocre, dejó antes de suicidarse arrojándose a la lava, incapaz de continuar con su vida tras sufrir una irreparable pérdida:

Hola, creo que me llamo Steve . Hasta ahora he sido un señor con camiseta azul, una hija de ZP, y actualmente, acorde con mi «skin» soy una cobaya tricolor. Y ahora que se acerca mi fin, voy a contaros mi vida.

Aparecí a este mundo por primera vez hace mucho tiempo. Caí del cielo a un verde valle hecho de cubos, con árboles compuestos de cubos, sprites cúbicos … Mi primera pulsión fue cavar. Debo ser medio topo. Luego, cuando llegué a la piedra gris y no pude cavar más, salí como pude del agujero y empecé a aporrear árboles primero con mi mano desnuda, y luego… con un cubo (que no un caldero, un cubo en el sentido geométrico), de tierra. Caían cubos de madera, ramitas, alguna manzana incluso… Con esa madera hice tablas, con las tablas una mesa de trabajo, y con la mesa de trabajo…. herramientas a cholón. Un sindiós de herramientas. Ahora tengo de todo menos lavadora, pero como las armaduras se lavan a mano tampoco la necesito.

Al principio la vida fue difícil. Por las noches, en los lugares más insospechados aparecía una gentuza de la peor calaña intentando matarme. Por suerte descubrí un botón que me facilitó mucho las cosas: decidí que mi vida fuera «peaceful» a ratos, para dejarme de preocupaciones. Es como fumar porros, seguramente me esté perdiendo muchas cosas, pero aquí a mi rollo estoy mucho más tranquilo.

Una de mis aficiones, surgida de la necesidad, es la arquitectura ecológica y la vida sostenible. Con materiales del entorno, intentando causar en mínimo impacto en el medio ambiente, he construido casas pequeñas y grandes, rascacielos y casas de hobbit horadadas en la roca, he cultivado huertos automáticos, plantaciones de sandías, cercados con cerditos, ovejas, vacas, granjas avícolas… He conseguido procurarme el sustento, y he descubierto que el pastel no siempre es una mentira.

Después de dar más vueltas por el mundo que  Marco buscando a su madre, he visto cosas que no creeríais. Explosiones de creepers en cadena (eso siempre a la puerta de una casa recién construida en la que aún no hay cama para reaparecer), slimes aplastando arañas vacas-setas que dan más miedo que Esperanza Aguirre con el traje de privatizar… Y he conocido a una especie de imbéciles con cara de pepino, los carapepino, que son de esos a los que les sujetas la puerta en el portal y no te dan las gracias, o les dices buenos días en el ascensor y no responden. Eso sí, tienen unas casas muy cuquis, decoradas con bastante gusto, y disfruto terriblemente expropiando sus casas espada en mano y adueñándome de sus propiedades.

He llegado a tener cierto status. O al menos eso creo. Me comparo con los carapepino, y las puertas automáticas hechas con pistones y redstone de mi superguarida infernal me parecen la leche en polvo. Seguramente los capapepino viven felices en su ignorancia, cruzados de brazos, con la mirada perdida en el infinito, y paseando despreocupadamente por sus pueblos sin luz en las calles… A mí me gusta ver por donde voy, y evitarme encuentros inesperados. Seguramente no les parece mal si una vaca les arrasa la cosecha de trigo. A mí… a mi si, y por eso mato vacas a diestro y siniestro y me como sus filetes crudos o asados al horno grrrrr.

Lo que decía… he extendido la vía férrea de norte a sur y de este a oeste por la que he viajado en minecart, he caminado, nadado y navegado durante días hacia el suroeste porque me daba la gana. He asumido que tu casa es ese sitio donde está tu cama, y que para volver al hogar muchas veces hay que morirse y perderlo todo. He aprendido a valorar cada antorcha y cada escalera.

También he visitado el Nether (algo así como el infierno), y es un coñazo de sitio. Para empezar tienes que montar un portal interdimensional de color morado (que luego nunca te combina con las cortinas) y luego, al llegar allí, las cosas no mejoran.  Medusas gigantes que hacen ruido como de gata en celo siendo apaleada, zombies-cerdo, y bicherío de lo peor, es lo único que hay por ahí… Y unas piedras amarillas y brillantes, muy útiles para ahorrar en antorchas, pero de lo más chabacano en lo que a decoración se refiere. Que quede claro: la glowstone es hortera. 

He oído que también hay un «Fin» (lo he visitado de manera fraudulenta, a ver que se cocía, pero como todavía no he ido «legalmente», no puedo hablar de ello). Al «Fin» cuesta bastante llegar, hay que conseguir más cosas que ingredientes componen el desayuno de Falete, y una vez allí, las cosas no son fáciles. En «El Fin» hay dragones, y huevos de dragón, y unos señores altos que se te quedan mirando fijo y luego te arrean con un cubo de arena en la cabeza y te dejan tonto.

¿Lo mejor de todo? Mi perro Porkchops (Chuletitas). Lo adopté ya grandecito, sobornándole con huesos de esqueleto recien cazado. Me acompañaba a todas partes, y era de gran ayuda: si quería cazar a un gorrino, Porkchops se lo cargaba; que me atacaba un zombie de Médicos sin Fronteras (de los que te persiguen con los brazos extendidos para que te hagas socio y dones), Porkchops me defendía; que venía un Creeper mormón (de los que hacen guardia en la puerta de tu casa a ver si sales y «sssssssshhhh…. BUM», te joden), Porkchops montaba guardia mientras yo me echaba la siesta… Porkchops era el mejor perro que ha existido jamás.

Y ahora, mi vida en este mundo ya no tiene sentido. No quiero cavar, no quiero ir al Nether y ponerme ciego a matar con mi espada de diamante tuneada, no quiero recoger el trigo, ni quiero ir a matar vacas para hacerme unos pantalones de paleto…. No quiero hacer nada de eso, porque ya no quiero vivir. Estoy pensando en tirarme al lago de lava artificial que hay en el sótano de mi casa. Todo ha perdido su razón de ser porque…

UN CREEPER MATÓ A MI PERRO.

Adiós, mundo cruel. Que Notch se apiade de mi cúbica alma.

La cena de nochebuena,  a juzgar por la proliferación de abetos adornados, luces en las calles, y catálogos del Toys’r’us en mi portal, se acerca peligrosamente. En mi casa, este evento del zampar se caracteriza por dos cosas: mi tío que se niega a subir la calefacción por encima de los 14 grados y nos mata a todos de frío, y la sopa de pescado que hace mi madre.

La sopa de mi madre es de competición, lleva de todos los bichos feos que corretean por el fondo del mar, y de todas las cosas con cáscaras que te puedas imaginar. Pero tiene dos inconvenientes. El primero es el precio de todos esos bichos, que te los cobran como si tuvieran pedigrí y pudieras presentarlos a concursos y exposiciones. Y el segundo es el trabajo que da prepararla: cuece, sofrie, quita cascaras, abre almejas,espachurra conchas, pasa por el pasapurés, por el chino, por la batidora, descabeza los langostinos, arranca las patitas a las nécoras… Vamos, un show…

Por eso yo, que soy más prácitca y más consciente de que la economía está «achuchá», comparto con vosotros mi peculiar alternativa a una sopa de marisco navideña (o no).

Ingredientes:

Merluza congelada (yo he usado colas de pescadilla, que es lo mismo,o no, pero bueno, me da igual)
Anillas de calamar (las que no van rebozadas)
Gambas congeladas (de las chiquininas, de las de echarle al arroz tres delicias)
Una lata (o varias, depende de las que mangueis en el super) de mejillones al natural
Cebolla picadita
Patatas cortadas trozos no muy grandes
Una hoja de laurel
Una pastilla de Avecrem verduras
Aceite
Agua
Sal

Se pica la cebolla finita y se sofríe tal como se sofríe la cebolla (lo de sofreír lo tenemos superado). Se echan las anillas de calamar cortadas en trocitos, y se les da un meneo. A continuación se añade la merluza y las gambas, y otro meneo más. Se agregan las patatas, y la pastilla de avecrem desmenuzada. Por último se añaden los mejillones y un poquitín, un apenas, de agüilla de la lata, que eso da regusto bueno, la hojita de laurel y el agua. Y se deja un rato al fuego fuerte hasta que empieza a hervir, y luego se baja al mínimo.

El sopicaldo está cuando las patatas estén blandas, que es relativamente rápido, así que nos ahorramos pasar todo el día en la cocina, y podemos invertir ese tiempo jugando al Portal2, en el bar bebiendo pacharanes de tres en tres, o amaestrando piojos, cada cual lo que más le guste.

Que lo disfruten con salud, en Nochebuena o cuando quieran, que esto tambien está rico un jueves de marzo 🙂

Me comí con patatinas mucha bilis reconcentrada, no fuera a ser eso y no el sentido común, lo que se reflejase en este tercer acto. Y a pesar de haber votado con antelación y por correo, reflexioné en la jornada de reflexión, fui a votar de acompañante de Supernovio, y vimos en directo los resultados de sondeos y recuentos. Mucho antes, desde hace un par de años, me llevo informando y formando una opinión sólida basada en datos contrastados, y no en ideas vagas y «confrancoestabamosmejores».

Sabéis hacia donde me decanto. Sabéis lo que pienso. Sabéis perfectamente que a la masa informe de la  población española el adjetivo más bonito que le puedo dar es IMBÉCILES.

Como ya lo sabemos todo, ahora sólo puedo decir una cosa : LA HABÉIS CAGADO.

Sí, vosotros, no yo.

Cuando en enero empiecen a jodernos vivos a todos, será culpa vuestra, y eso me cabreará muchísimo más. Podríais haberlo hecho bien, pero no. Os gusta más que os digan que hay que «sumarse al cambio» y vosotros sólo veais un camino. Y encima es el peor camino. Imbéciles.

NO OS DÁIS CUENTA DE LO QUE HABÉIS HECHO, PERO TODOS NOS VAMOS A ENTERAR.

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